
Derechos de autor: Rawpixel Ltd.
Cuando hablamos de la dimensión más profunda del ser humano, hablamos de
aquello que le da sentido a su vida y que habita en toda persona,
independientemente de sus creencias, vínculos religiosos, razas, culturas o
situación personal o social.
Es el descubrimiento de esa realidad profunda que en el ser humano se traduce
de diferentes formas y que necesita ser educada y trabajada como una dimensión
esencial en toda persona. Por ello, un proceso de crecimiento espiritual ya no
tiene que tener una ligación exclusiva a ningún pensamiento religioso, aunque por
supuesto los recoge y llega a la esencia de donde parten todos y cada uno de ellos.
Cuando hablamos de espiritualidad hoy, estamos diciendo que entramos en un
proceso de acompañamiento hacia la dimensión más profunda del ser humano
para ser capaces de percibir aquello que lo transciende. Este camino por recorrer
tiene que ser realizado desde la edad más temprana y continuar durante toda la
vida, y se debe implantar en las escuelas a través de objetivos y contenidos
definidos desde las claves de las nuevas generaciones.
Educar la espiritualidad es enseñar a nuestros niños y nuestros jóvenes que lo
que viven y lo que son está regulado siempre por la experiencia interior que cada
uno tiene y que puede ser una experiencia que queda relegada o por el contrario,
ser una experiencia que puede ser vivida y acompañada también para hacerla
crecer.
Las claves o pilares básicos de una educación espiritual de nuestro siglo XXI que
recoja las nuevas generaciones son:
° ayudar a descubrir formas de escucha de sí mismo y del otro
° fomentar la capacidad de atender el momento presente
° descubrir el silencio como forma de introspección
° percibir una existencia mayor que uno mismo que, a la vez, hace ser lo que soy
コメント